Mujeres superpoderosas: Silvia Ribot, una vida de bienestar integral (Parte 1)
Durante el mes de mayo celebramos el Día de las Madres, así que quiero retomar la serie de artículos Mujeres Superpoderosas, con Silvia Ribot: una vida de bienestar integral.
Silvia se define como una persona encantadora,
inteligente, proactiva, que ha dedicado gran parte de su vida a la docencia
universitaria. Se formó en Educación Especial, concentrando más de la mitad de
su vida en trabajar con todo lo relacionado al crecimiento personal a nivel
universitario, en empresas públicas y privadas.
La historia de su vida la conoce gracias a los cuentos de
su mamá. Ella le narró que el día que nació llovió muchísimo. La lluvia era
tal, que en el momento que sus padres se iban a montar en el vehículo del tío
Alí (quien fue la persona que los llevó a la clínica) tuvieron que caminar varias cuadras hasta el sitio donde su tío pudo
estacionar la camioneta; en el trayecto toda su canastilla, su ropa, todo se mojó; así que Silvia nació un día muy lluvioso, pero rodeada de mucha alegría, por ser la
primera hija del matrimonio.
Le cuentan que era tan velluda, que su padre bromeaba
diciendo que había tenido una hija mona. Creció sintiendo que había nacido de unos
padres muy inteligentes y amorosos.
Su madre le “grabó” muchos mensajes que la definen: que
era muy carismática, que se llevaba bien con todo el mundo, que era muy
risueña, que era una niña muy atenta. Tanto, que en una ocasión su papá recibió
una visita desde la capital, eran unos señores muy sofisticados y Silvia les
ofreció cambur (banana). Cuando se los llevó, los sirvió sin la cáscara. Para
su mamá fue una gracia, un gesto de una niña “muy atenta”, muy sociable,
extrovertida, nunca le penalizó por ese tipo de acciones.
Afirma Silvia, que le “compró” a su madre toda esa
historia y las convirtió en parte de su sistema de creencias fundamentales.
Para Silvia los estudios académicos son importantes en la
vida, y está agradecida de todas las oportunidades que tuvo de desarrollarse en
este sentido, pero afirma que no son lo que constituyen el ser. Piensa que se
confunde el ser con el historial académico; esa falsa creencia de a mayor nivel
educativo un ser más nutrido o, que necesitamos un título para “ser” alguien en
la vida. Sobre este punto concluye que el ser ella misma, aderezado por sus
títulos es lo que le ha garantizado el éxito y el bienestar en su vida.
Silvia se casa en 1975 con su único novio: Marcos Flores,
quien ha sido su único esposo, su única pareja. Tuvieron dos hijas y siempre se
enfocaron en vivir juntos, siguiendo el modelo de la familia Flores.
Confiesa que primero se enamoró de la familia de Marcos
que de él. Sus suegros tenían un matrimonio hermoso. La mamá de Marcos, todas
las tardes a las 6 en punto, esperaba en la entrada de la casa con un café, a
quien luego se convertiría en su suegro.
En la casa de la familia Flores todos almorzaban juntos,
y eso despertó gran admiración en Silvia, pues ella no lo tuvo en su casa, dado
que su papá trabajaba en otra región del país y venía cada 15 días. Así que
siempre soñó con tener una familia donde ambos padres estuvieran presentes para
sus hijos en el día a día.
Marcos la acompañó siempre en todas las aventuras
personales y laborales, pues a lo largo de su carrera ha tenido cargos que la han llevado
a viajar dentro y fuera de Venezuela.
El desafío más grande que ha tenido que superar, es la
partida repentina de su esposo Marcos. Esa tarde iban a una sesión de acupuntura, pues Marcos iba a participar en un torneo de Bowling en la Isla de Margarita y quería estar en óptimas condiciones. De camino a la sesión simplemente cayó y falleció, Silvia cuenta que no le dio
oportunidad de despedirse.
Por: Bárbara Izquierdo
CEO y creadora de: Bi Consultores
Coach, Conferencista, Empresaria
Libros publicados: El balcón de tus sueños
El cometa saltarín (cuento infantil)
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Twitter: @CelebrityCoach1
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