Mujeres Superpoderosas: Belen Atuve, el milagro de sus ganas de vivir (1era parte)
Belén Altuve se define a sí misma como una mujer
feliz, luchadora, con miedos, algunos complejos; pero con unas inmensas ganas de vivir, eso es lo que más la
motiva en la vida. Belén me reitera: "mis ganas de vivir me definen como persona,
mis ganas de vivir me mantienen. Soy una mujer alegre, aunque tengo momentos
donde me estoy muriendo por dentro, igual siempre me mantengo con mucha fe. También me considero una
persona que le gusta ayudar a los demás, que le gusta ver feliz a los demás; para mí la felicidad de mi gente es muy importante".
Nací con una cardiopatía congénita
llamada atresia tricuspidea, que quiere decir que no tengo la válvula tricúspide. Al momento de mi
nacimiento, aparentemente yo estaba bien, me llevaron a mi casa y a los días de nacida me
empezaron a dar convulsiones y mi mamá no entendía porqué me comencé a poner
morada, a perder la capacidad de respirar.
Tengo la suerte de tener la
mamá más bella del mundo, ella me ha dado la vida muchas veces. Siendo una bebé, mis padres me
llevaron a muchos médicos, era el año de 1965, todos le decían a mi mamá que no
sufriera más, que me dejara morir, que esa enfermedad no tenía cura. Mi mamá
nunca perdió la esperanza, y eso la llevó hasta el Dr. Iván Machado en la Clínica
Atias, este médico, a su vez, tenía unos colegas en Houston, en el Texas Children´s
Hospital, entre ellos, un especialista que estaba practicando cirugías muy innovadoras en ese momento, el Dr.
Denton Cooley.
Se hicieron todos los
arreglos para que yo viajara para mi operación, pero en esos tiempos las normas aeronáuticas
no permitían subir a un avión a una bebé con una bombona de oxígeno. Mi papá
logró a través de unos contactos el permiso y, así fue como el 24 de diciembre
de 1965, a la edad de 6 meses, volví a nacer. Por eso para mí cada 24 de diciembre
es una fecha muy especial, es mi renacer.
Yo tuve una niñez muy feliz.
Mi mamá fue muy sobreprotectora, pero al mismo tiempo me empoderó. Mi madre
nunca me explicó que era lo que yo tenía, yo solo sabía que tenía algo en el corazón,
pero desconocí los detalles por muchos años, lo que me permitió vivir una vida muy tranquila, plena, muy feliz; una vida libre de etiquetas. Mi mamá fue muy inteligente, hizo que
nunca me enfocara en mi enfermedad, aunque siempre me sentí diferente.
En el colegio se burlaban de
mí, fui blanco (no victima) de bullying porque tenía la boca y las manos moradas,
pero yo a todo le encontraba un chiste, decidí con mi actitud no ser una víctima,
pasé de ser la burla de la clase, a la niña cool. Con mi actitud siempre le busqué
un lado cómico a todo lo que me estaba pasando (sin saber realmente lo que tenía)
Los recuerdos de mi niñez
son tan felices, que siento que me mantienen viva. Nunca sufrí gracias a que mi
mamá jamás me trató como una discapacitada.
A los 15 años tuve mi primera
crisis, me dio una arritmia, que me llevó a mi primer pre-infarto, lo que me
mantuvo una semana hospitalizada, todo salió bien, tuve una fibrilación atrial.
Al salir de alta, comencé a tomar medicamentos, del resto, para mí la vida era
normal.
Recuerdo, y hoy entiendo, la
magnitud de la fiesta de mis 15 años, nunca lo voy a olvidar. Mi papá lo
celebró en el Círculo Militar, había mucha gente, toda la familia y amigos, bailé en
vals como por una hora, comencé con mi papá, la segunda persona fue el Dr.
Machado, quien fue el que me llevó a Texas, y mientras bailaba lo único que yo veía
a mi alrededor era a mi familia llorando, no entendía la magnitud de mi milagro;
¡Yo aún seguía viva!
Mi adolescencia fue normal, con amigos, novios, fui a muchas fiestas, gocé, disfruté hasta más no poder, pero no me gustaba estudiar, tuve problemas para aprender, me costaba, hoy entiendo que era una de las consecuencias de mi cardiopatía congénita, para mí el aprendizaje era lento.
Si me encantaba la música, la moda, de esos temas sí lo sabía todo´, como toda una
adolescente.
A los 17 años yo quería ir a
Italia, pero no me dejaban, lloré mucho, rogué mucho, hasta que lo logré. Jamás
podré olvidar ese viaje, fue bellísimo, lo disfruté mucho, y mis padres se
quedaron muy angustiados en Venezuela. A mi regreso, no habían pasado dos
meses, caí casi en coma, me dio un ataque cardiaco.
Puedo recordar
perfectamente, el estar sentada en una silla de ruedas en el Hospital Clínico
Universitario (la Clinica Atias la estaban remodelando) mientras me hacían el
ingreso yo estaba risas y risas, mi mejor amiga del colegio me regañaba, me
decía: "quédate tranquila, no te van a creer".
Cuando me hicieron el
ecocardiograma los médicos no lo podían creer, yo estaba en mi propia fiesta,
decía que yo iba estar bien, siempre con una actitud positiva, pero estaba sufriendo un ataque cardiaco. En ese momento
entró el médico y mi mamá se le arrodilló, y le decía: "no me deje morir a mi
negrita, a mi negrita no". En ese instante comencé a sentir que me estaba desmayando
y le dije a mi mamá todo lo que yo la quería, y quedé inconsciente.
Al quedar inconsciente
comienzo a sentir que estaba caminando por una vereda, y me abre la puerta
mi padrino, mi padrino era mi tío favorito, había fallecido cuando yo tenía 11
años. Cuando mi padrino abre la puerta, me saluda y me dice: "Ahijadita ¿Usted
que hace aquí? Usted no tiene nada que hacer aquí, todavía le faltan muchas
cosas por vivir." Yo le pedí la bendición y le dije que tenía mucho tiempo que
no lo veía. Me respondió: "a usted le queda mucho tiempo por vivir, así que hágame el
favor y devuélvase". Cuando me di la vuelta, sentí un golpe inmenso, fue el
momento en el que recibí el electro shock.
Yo abrí los ojos, miré
alrededor, habían muchos médicos. Uno de ellos me dijo: "te va a doler esto que
te vamos a hacer". Yo estaba en un estado entre la conciencia y la inconciencia,
lo único que repetia en mi mente era: "no me dejen morir, yo tengo muchas cosas
que hacer, además mi padrino me dijo que yo tenía muchas cosas que hacer".
Decía: "yo todavía soy virgen, si me muero los voy a perseguir".
Duré dos semanas en terapia
intensiva, salí de allí. Los médicos le dijeron a mis padres que no entendían como
me había salvado, medicamente no tenían explicación. Uno de los cardiólogos acotó,
sí hay algo que tiene su hija, y la tengo que felicitar, es una actitud hacia la vida que es más fuerte
que cualquier enfermedad que ella pueda tener.
Salí de allí tomando mi
tratamiento, para mí todo estaba bien, pasaron dos semanas y tenía un edema pulmonar,
pero yo no sabía que era eso, solo veía
mis pies hinchados como dos jamones. Poco a poco me recuperé y volví a mi vida,
las fiestas, los amigos, fui muy traviesa, yo miro hacia atrás y no tengo
palabras, ahora es que me doy cuenta de todo lo que he tenido, de el gran milagro
que ha sido mi vida.
Hoy comparto en diversas
asociaciones que reúnen pacientes con mi misma condición, comparto con mujeres
de mi edad, y han sufrido mucho, sufren mucho porque están muy informadas. Yo descubrí
realmente las dimensiones de lo que me pasaba, después de los 40 años.
Luego de mi recuperación me
gradúe de bachiller, me costó muchísimo, no lo entendí antes, pues nunca me vi
como una persona con una deficiencia o con limitaciones. Yo quería estudiar
arte, fui a la Universidad Central de Venezuela y no quedé, pero yo me iba a
las clases de arte y me sentaba allí. En esa etapa me sentía perdida, no me
sentía en Venezuela, estaba arraigada a mi gente, pero sentía que yo necesitaba
aprender cosas por mí misma, pues a mí todo me lo hicieron.
Comencé a estudiar docencia,
no me gustó. Después mi papá me inscribió en la Universidad Santa María, pues
quería que yo fuera abogado. Yo no quería, solo duré un año, hasta que un
profesor me dijo: Belen yo no sé que haces tu aquí, tu eres una persona muy artística,
demasiado diferente, esto no eres tu. Ese dia llegué a mi casa, y le dije a mi
papá: Enójate todo que tu quieras, pero yo no vuelvo a la Universidad, no me
gustan las leyes. Mi papá me respondió, pues algo tendrás que estudiar. Me
inscribí en un curso de Turismo, y cuando me gradué, le dije a mi papá, ya
tengo mi diploma, yo no puedo ser guía turística aquí en Caracas sin saber inglés,
me quiero ir a Inglaterra.
Mi papá me dijo ¡Qué! ¡Tú
para Inglaterra no vas! No regresarías más nunca. Pues yo sentía fascinación por
Europa. Me dijo que tenía un amigo cuya hija estudiaba en Carolina del Norte, y
así fue como enviaron a Estados Unidos. Yo llegué sola a este país en Mayo de
1987, con 22 años, y mi vida cambió para
bien, aprendí tantas cosas.
...Esta historia continuará.
Por:
Bárbara Izquierdo
CEO y
creadora de: Bi Consultores
Coach,
Conferencista, Empresaria
El cometa saltarín (cuento
infantil)
Facebook: Barbara Izquierdo Coach
YouTube: Barbara Izquierdo Coach
Eres un ejemplo de superación y de vida , te amo y te admiro con todo mi corazón!
ResponderEliminarTQQJ PAJARITA!!!
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